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Quizás debido al origen de la empresa, los escasos medios con los que iniciamos la actividad pero la enorme ilusión que nos acompañaba, hemos hecho del ESFUERZO y el sentido del RIESGO, más o menos ponderado, los elementos que más estímulo nos producen en la labor diaria.

Esos dos componentes, esencia de la acción empresarial, tienen como valores añadidos la intención, normalmente constatada en los resultados, de hacer los trabajos en PRECIO y PLAZO, de tal forma que aquellas empresas o entidades a quienes les trabajamos encuentren en nosotros un alto nivel de satisfacción al recibir el producto u obra encargada en el tiempo que se ha previsto y sin que se hayan producido desviaciones significativas de presupuesto. Ello, nos obliga a un especial seguimiento y control de cada uno de los compromisos y poner el concepto de productividad en sus mejores niveles. Estamos mentalizados con la idea de que a todos nos va que nuestra empresa vaya bien y para eso, a todos nos compete dar el mejor rendimiento.

Y en ese marco de organización laboral, nos es cada día más grato sentirnos implicados en la idea de DESARROLLO SOSTENIBLE, es realmente interesante pensar que nuestra función empresarial está ubicada en la mejor apuesta de futuro. Trabajar para que el MEDIO AMBIENTE se conserve y mejore supone sentirse participe de la idea de todo ser humano de conservar la tierra, hacerla perfectamente habitable para las generaciones venideras. Desarrollar sin destruir, consumir sin agotar, cambiar sin adulterar… son principios básicos de las empresas de medio ambiente con las que colaboramos, las cuales nos han enseñado e inculcado mucho de esta filosofía.